Por Sovenor,
14/12/2012
El presidente Hugo Chávez se dirigió a la nación el 8 de diciembre
para anunciar que su cáncer había reaparecido, con lo que admitió abiertamente
por primera vez que podría morir o quedar incapacitado, y nombró formalmente al
vicepresidente y canciller Nicolás Maduro como su sucesor en la Presidencia y
al timón de la revolución bolivariana. “Si se presentara alguna circunstancia
sobrevenida que a mí me inhabilite para continuar frente a la Presidencia de la
República…..mi opinión firme, plena, irrevocable, absoluta y total es
que…ustedes elijan a Nicolás Maduro como Presidente de la República. Yo se los
pido de corazón”, imploró Chávez a sus seguidores. El Presidente se encuentra
ahora de regreso en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) de
La Habana, donde fue sometido a un procedimiento quirúrgico, el cuarto desde
junio de 2011, para extirpar un tumor maligno en su zona pélvica.
Este giro de los acontecimientos ha hecho surgir muchas dudas
acerca del futuro a corto y mediano plazo de Venezuela. Para empezar, el
impacto emocional del anuncio del Presidente podría haber dado un tremendo
impulso a los candidatos del PSUV a gobernadores. Pero también podría haber
animado a los electores de oposición a acudir a votar el próximo domingo.
Con respecto al futuro cercano, el hecho es que la situación
económica actual es similar, en muchos sentidos, a lo que encontró el ex
presidente Carlos Andrés Pérez a comienzos de 1989: el Banco Central
prácticamente no tiene reservas internacionales operativas ni líquidas; el
Gobierno tiene pendientes inmensas obligaciones en dólares, entre otros, ante
importadores; la devaluación del bolívar ya se ha retrasado demasiado, igual
que los ajustes de los precios controlados, el de la gasolina y las tarifas de
servicios públicos.
Puede que el Presidente haya preparado el terreno para su
sucesión al ungir a Maduro, pero no lo hizo para la crisis que heredará el
nuevo Presidente debido al veto que impuso la semana pasada a las propuestas
del ministro Giordani acerca de un aumento del precio de la gasolina y la
devaluación de la moneda.
En realidad, muchos observadores esperaban que el Gobierno se
viera forzado a introducir muchos ajustes macroeconómicos que debió haber hecho
hace ya mucho tiempo, inmediatamente después del inicio del nuevo período de
seis años de Chávez en el poder, el próximo 10 de enero. Pero el retorno de
Chávez a La Habana, donde su destino es incierto, en el mejor de los casos, y
terminal, en el peor de ellos, ha puesto fin a la discusión dentro del Gobierno
de las necesarias reformas macroeconómicas. De hecho, informes de prensa no
confirmados aseguran que el presidente Chávez, quien regresó a Venezuela el 7
de diciembre después de pasar nueve días en el CIMEQ en La Habana precisamente
para dejar en claro sus planes para su posible sucesión política, habría
ordenado a sus ministros a dejar por ahora todo tal como está.
Venezuela se encuentra básicamente a la expectativa desde que
Chávez habló a la nación el 8 de diciembre. También hay mucha confusión en
torno de quién tendrá derecho a hacer qué si Chávez muere o queda incapacitado.
Si muere después de ser juramentado, la Constitución es clara: el
Vicepresidente se encarga y se celebran nuevas elecciones a los 30 días. Si
muere antes del 10 de enero, Maduro cumpliría el resto del mandato hasta el día
que sea reemplazado por el Presidente de la Asamblea Nacional (supuestamente
Diosdado Cabello, siempre y cuando sea reelegido cuando la Asamblea reinicie
sesiones el 5 de enero), y se celebrarían elecciones a más tardar el 10 de
febrero.
La disposición de los 30 días favorece al Gobierno, que ya ha
nombrado a su candidato, pero podría ser problemática para la oposición, que no
tendría tiempo para organizar otras primarias. En cualquier caso, Maduro
supuestamente obtendría una victoria segura en una elecciones en febrero,
gracias al voto compasivo.
¿Entonces qué pasaría? Carlos Andrés Pérez tuvo acceso a la
mejor asesoría económica que había en el mundo en ese momento; además tuvo la
valentía de enfrentar la crisis cara a cara. La inflación resultante (más de
81%) y la devaluación del bolívar de Bs.14,50:$ a más de Bs.40:$ tal vez le
costó el amor de sus seguidores, pero dio un vuelco a la economía en menos de
seis meses, lo que fue un logro extraordinario desde cualquier perspectiva.
La mayoría de los analistas dudan que Maduro pudiera tener
acceso a asesoría de expertos sensatos ni que disponga de las destrezas
gerenciales necesarias para seguir consejos. (El Ministerio de Relaciones
Exteriores es un terreno baldío institucional, gracias a sus malas capacidades de
gerencia).
En cualquier caso, tal vez Chávez dotó a Maduro del aura
necesaria para ganar unas elecciones, pero, sin duda, no es suficiente para que
pueda introducir las reformas necesarias sin desencadenar el descontento
generalizado. Tal vez Chávez sobreviva a su operación y decida aumentar algunos
precios y devaluar la moneda, lo que sus seguidores acatarán, aunque sea a
regañadientes.
Pero ni siquiera eso sería suficiente: la economía está en
ruinas y se requieren medidas urgentes desde comienzos de 2013 para evitar una
implosión que pudiera desencadenar en agitación social y política. La realidad
es que ya sea que Chávez viva o muera, la economía colapsará el año que viene y
devendrá tal vez en la peor crisis que los venezolanos hayan nunca experimentado.
Mientras más aplacen Chávez o su sucesor los ajustes necesarios, mayor será la
crisis.
También existe la remota posibilidad de que un candidato de
oposición pudiera vencer a Maduro en nuevas elecciones presidenciales. Sin
embargo, esto supone que se restaure la unidad interna de la oposición, la cual
se ha ido deteriorando ostensiblemente después del 7 de octubre. Igualmente
supone que la MUD pueda alcanzar un consenso en cuanto a quién debería ser el
candidato de la oposición. Si Henrique Capriles Radonski gana en Miranda en
próximo domingo, él sería un formidable candidato. Si pierde, los favoritos
serían Ramón Guillermo Aveledo, Antonio Ledezma, Pablo Pérez o María Corina
Machado. Pero aun cuando la oposición ganara la Presidencia en unas nuevas elecciones,
la economía seguiría destruida, todavía existirían las divisiones políticas y
sociales, y se requerirían medidas decisivas e inmediatas que tal vez nadie
tenga el poder y el respaldo para realizar sin provocar un rechazo social y
político.
Es evidente que el pronóstico para el futuro inmediato de
Venezuela no luce nada halagüeño. Chávez provocó el enredo, pero no tendrá que
vivir con las consecuencias de sus acciones.
La admisión por parte del Presidente de que podría perder su
batalla contra el cáncer provocó una recuperación de los precios de los bonos
venezolanos, lo que indica que algunos inversionistas creen que la situación
venezolana podría mejorar rápidamente una vez que Chávez se haya ido para
siempre. Pero, en realidad, el deterioro de la salud de Chávez, da lugar a
peligrosos niveles de incertidumbre con respecto a la estabilidad de la
economía, gobernabilidad política y paz social de Venezuela.
El regreso de Chávez a La Habana, donde tal vez podría pasar
sus últimos días, significa que importantes ajustes macroeconómicos podrían ser
pospuestos indefinidamente, mientras se resuelven las peleas políticas en torno
de la sucesión. Además, independientemente de quien sea el Presidente de
Venezuela el año que viene, ya sea Chávez o alguien más, el nuevo gobierno que
supuestamente deberá asumir el poder el 10 de enero de 2013 tendrá que
enfrentarse de inmediato con una economía que está al borde del abismo. El país
está entrando a ciegas en un campo minado en el que el más mínimo paso en falso
podría tener terribles consecuencias en los próximos meses.
Recibido por correo electrónico
Sovenor; Sociedad de venezolanos en Orlando