Por Christians Castillo, 20/01/2013
En un mundo donde
la información fluye en millones de millones de bits, el ciudadano se entera en
tiempo real de los eventos que pueden cambiar las condiciones de sus decisiones
en la esfera pública de manera instantánea; desde temas simples como las rutas
vehiculares varadas por el tránsito, hasta la vida íntima de figuras públicas.
Uno de los principios de la
democracia es la participación activa del ciudadano en los temas que afectan la
convivencia social. La participación política se ha transformado paulatinamente
de un momento electoral a un interés constante sobre lo cotidiano de las
instancias gubernamentales y sus repercusiones en la vida en sociedad.
Presenciamos una época en la que los
discursos políticos de tarima o en espacios televisivos y radiales se
complementan con recursos comunicativos disponibles en la red global de
internet. Los e-mails, sitios web, blogs, Facebook, Twitter y Youtube son
algunos de los recursos que permiten generar espacios de comunicación de doble
vía que ponen en contacto a los actores políticos y los ciudadanos electores.
Estos nuevos espacios de
participación política han logrado canalizar apoyos y rechazos con la fuerza
suficiente para arrastrar a muchos políticos a convertirse en esclavos de los
dispositivos que los conectan al mundo virtual de la comunicación 2.0, en busca
de proyectar una imagen de modernismo que brinda además un posicionamiento a
bajo costo, pero que aún no desplaza a la video-política y las campañas de
papel.
En una época en la que los jóvenes
irrumpen el padrón electoral, estos se convierten en objetivos de
organizaciones políticas que buscan construir imaginarios político-electorales
de manera rápida y sin el fatigoso esfuerzo de la formación política que les
mandara la ley electoral. En este escenario comunicacional, los recursos de la
Web han adquirido un singular valor, desde las campañas político-electorales,
hasta la presencia constante del criterio e información que difunden
funcionarios y autoridades públicas, con lo que se aumenta la brecha de
vinculación y representación.
El criterio político de las nuevas
generaciones se construye sobre la base de 128 caracteres en Twitter, las fotos
y comentarios de Facebook o los videos de Youtube. La difusión viral de
información de estos medios, llega a ciberciudadanos que pasan más tiempo
frente a una pantalla de computadora o de un teléfono inteligente que en un
curso de ideología partidaria, en una tertulia de debate político o simplemente
en un espacio de encuentro cara a cara.
Esta tendencia ha inundado las redes
sociales de expresiones de descalificación, rechazo y señalamientos que
adquieren naturaleza de verdad en la medida que los rumores se suman a lo que
se “expresa” en la red. No obstante, el valor de estos canales de información y
su utilidad aún no logran llevar a la movilización y expresión masiva de
acciones sociales que impacten en el mejoramiento de las condiciones de vida de
las y los guatemaltecos.
Las generaciones de más de 30 años de
nuestro país enfrentan el reto de sumirse en la experiencia de la participación
virtual, en una sociedad en la que más del 70 por ciento de personas tiene
menos de esta edad y que ya traen el chip incorporado. Para los partidos políticos,
los gobiernos nacional y local y los liderazgos nacionales esto representa
nuevos desafíos para las funciones de gobernar, administrar y comunicar,
fundamentales para las relaciones sociales de dominación.
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