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sábado, 15 de diciembre de 2012

Mortal incertidumbre


Por Sovenor, 14/12/2012

El presidente Hugo Chávez se dirigió a la nación el 8 de diciembre para anunciar que su cáncer había reaparecido, con lo que admitió abiertamente por primera vez que podría morir o quedar incapacitado, y nombró formalmente al vicepresidente y canciller Nicolás Maduro como su sucesor en la Presidencia y al timón de la revolución bolivariana. “Si se presentara alguna circunstancia sobrevenida que a mí me inhabilite para continuar frente a la Presidencia de la República…..mi opinión firme, plena, irrevocable, absoluta y total es que…ustedes elijan a Nicolás Maduro como Presidente de la República. Yo se los pido de corazón”, imploró Chávez a sus seguidores. El Presidente se encuentra ahora de regreso en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) de La Habana, donde fue sometido a un procedimiento quirúrgico, el cuarto desde junio de 2011, para extirpar un tumor maligno en su zona pélvica.

Este giro de los acontecimientos ha hecho surgir muchas dudas acerca del futuro a corto y mediano plazo de Venezuela. Para empezar, el impacto emocional del anuncio del Presidente podría haber dado un tremendo impulso a los candidatos del PSUV a gobernadores. Pero también podría haber animado a los electores de oposición a acudir a votar el próximo domingo.

Con respecto al futuro cercano, el hecho es que la situación económica actual es similar, en muchos sentidos, a lo que encontró el ex presidente Carlos Andrés Pérez a comienzos de 1989: el Banco Central prácticamente no tiene reservas internacionales operativas ni líquidas; el Gobierno tiene pendientes inmensas obligaciones en dólares, entre otros, ante importadores; la devaluación del bolívar ya se ha retrasado demasiado, igual que los ajustes de los precios controlados, el de la gasolina y las tarifas de servicios públicos.

Puede que el Presidente haya preparado el terreno para su sucesión al ungir a Maduro, pero no lo hizo para la crisis que heredará el nuevo Presidente debido al veto que impuso la semana pasada a las propuestas del ministro Giordani acerca de un aumento del precio de la gasolina y la devaluación de la moneda.

En realidad, muchos observadores esperaban que el Gobierno se viera forzado a introducir muchos ajustes macroeconómicos que debió haber hecho hace ya mucho tiempo, inmediatamente después del inicio del nuevo período de seis años de Chávez en el poder, el próximo 10 de enero. Pero el retorno de Chávez a La Habana, donde su destino es incierto, en el mejor de los casos, y terminal, en el peor de ellos, ha puesto fin a la discusión dentro del Gobierno de las necesarias reformas macroeconómicas. De hecho, informes de prensa no confirmados aseguran que el presidente Chávez, quien regresó a Venezuela el 7 de diciembre después de pasar nueve días en el CIMEQ en La Habana precisamente para dejar en claro sus planes para su posible sucesión política, habría ordenado a sus ministros a dejar por ahora todo tal como está.

Venezuela se encuentra básicamente a la expectativa desde que Chávez habló a la nación el 8 de diciembre. También hay mucha confusión en torno de quién tendrá derecho a hacer qué si Chávez muere o queda incapacitado. Si muere después de ser juramentado, la Constitución es clara: el Vicepresidente se encarga y se celebran nuevas elecciones a los 30 días. Si muere antes del 10 de enero, Maduro cumpliría el resto del mandato hasta el día que sea reemplazado por el Presidente de la Asamblea Nacional (supuestamente Diosdado Cabello, siempre y cuando sea reelegido cuando la Asamblea reinicie sesiones el 5 de enero), y se celebrarían elecciones a más tardar el 10 de febrero.

La disposición de los 30 días favorece al Gobierno, que ya ha nombrado a su candidato, pero podría ser problemática para la oposición, que no tendría tiempo para organizar otras primarias. En cualquier caso, Maduro supuestamente obtendría una victoria segura en una elecciones en febrero, gracias al voto compasivo.

¿Entonces qué pasaría? Carlos Andrés Pérez tuvo acceso a la mejor asesoría económica que había en el mundo en ese momento; además tuvo la valentía de enfrentar la crisis cara a cara. La inflación resultante (más de 81%) y la devaluación del bolívar de Bs.14,50:$ a más de Bs.40:$ tal vez le costó el amor de sus seguidores, pero dio un vuelco a la economía en menos de seis meses, lo que fue un logro extraordinario desde cualquier perspectiva.

La mayoría de los analistas dudan que Maduro pudiera tener acceso a asesoría de expertos sensatos ni que disponga de las destrezas gerenciales necesarias para seguir consejos. (El Ministerio de Relaciones Exteriores es un terreno baldío institucional, gracias a sus malas capacidades de gerencia).

En cualquier caso, tal vez Chávez dotó a Maduro del aura necesaria para ganar unas elecciones, pero, sin duda, no es suficiente para que pueda introducir las reformas necesarias sin desencadenar el descontento generalizado. Tal vez Chávez sobreviva a su operación y decida aumentar algunos precios y devaluar la moneda, lo que sus seguidores acatarán, aunque sea a regañadientes.

Pero ni siquiera eso sería suficiente: la economía está en ruinas y se requieren medidas urgentes desde comienzos de 2013 para evitar una implosión que pudiera desencadenar en agitación social y política. La realidad es que ya sea que Chávez viva o muera, la economía colapsará el año que viene y devendrá tal vez en la peor crisis que los venezolanos hayan nunca experimentado. Mientras más aplacen Chávez o su sucesor los ajustes necesarios, mayor será la crisis.

También existe la remota posibilidad de que un candidato de oposición pudiera vencer a Maduro en nuevas elecciones presidenciales. Sin embargo, esto supone que se restaure la unidad interna de la oposición, la cual se ha ido deteriorando ostensiblemente después del 7 de octubre. Igualmente supone que la MUD pueda alcanzar un consenso en cuanto a quién debería ser el candidato de la oposición. Si Henrique Capriles Radonski gana en Miranda en próximo domingo, él sería un formidable candidato. Si pierde, los favoritos serían Ramón Guillermo Aveledo, Antonio Ledezma, Pablo Pérez o María Corina Machado. Pero aun cuando la oposición ganara la Presidencia en unas nuevas elecciones, la economía seguiría destruida, todavía existirían las divisiones políticas y sociales, y se requerirían medidas decisivas e inmediatas que tal vez nadie tenga el poder y el respaldo para realizar sin provocar un rechazo social y político.

Es evidente que el pronóstico para el futuro inmediato de Venezuela no luce nada halagüeño. Chávez provocó el enredo, pero no tendrá que vivir con las consecuencias de sus acciones.

La admisión por parte del Presidente de que podría perder su batalla contra el cáncer provocó una recuperación de los precios de los bonos venezolanos, lo que indica que algunos inversionistas creen que la situación venezolana podría mejorar rápidamente una vez que Chávez se haya ido para siempre. Pero, en realidad, el deterioro de la salud de Chávez, da lugar a peligrosos niveles de incertidumbre con respecto a la estabilidad de la economía, gobernabilidad política y paz social de Venezuela.

El regreso de Chávez a La Habana, donde tal vez podría pasar sus últimos días, significa que importantes ajustes macroeconómicos podrían ser pospuestos indefinidamente, mientras se resuelven las peleas políticas en torno de la sucesión. Además, independientemente de quien sea el Presidente de Venezuela el año que viene, ya sea Chávez o alguien más, el nuevo gobierno que supuestamente deberá asumir el poder el 10 de enero de 2013 tendrá que enfrentarse de inmediato con una economía que está al borde del abismo. El país está entrando a ciegas en un campo minado en el que el más mínimo paso en falso podría tener terribles consecuencias en los próximos meses.

Recibido por correo electrónico
Sovenor; Sociedad de venezolanos en Orlando

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