El país ha sido lanzado a una gigantesca e irresponsable experimentación
“No hay nada más práctico que una buena teoría”, reza una sabia
expresión. Efectivamente, cuando se tiene una buena teoría, es como cuando se
cuenta con un buen manual para comenzar a operar un nuevo aparato. Se va lento,
pero seguro. Por oposición a eso, cuando se experimenta en cualquier terreno
sin contar con ninguna teoría, los riesgos de fracaso, de derivar en los
resultados menos esperados, son todos. Eso pasa con el socialismo del siglo XXI
y con el Estado Comunal. A los dirigentes y formuladores de política del
régimen, a sus intelectuales, se les debería preguntar una y otra vez por la
teoría que los guía. ¿Dónde está? ¿Cómo se aplica en Venezuela? ¿Cuál es su
modelo económico? ¿Cómo es que se superan, en esta supuesta nueva versión, los
vicios y errores de las experiencias socialistas que la humanidad ha conocido,
todas ellas fracasadas? Esa teoría no existe por ninguna parte. Ni asomo de
ella, ni intentos de elaboración. El resultado de eso, es que el país ha sido
lanzado a una gigantesca e irresponsable experimentación, que combina viejas
prácticas y políticas de estatismo, centralismo, autoritarismo, en fin, los
peores “ismos”, con propuestas y modelos que no se han visto funcionar en
ninguna parte como las del Estado Comunal, o iniciativas que corresponden
totalmente a otros modelos de desarrollo, como las de la integración a Mercosur
que demandan una economía eficiente, competitiva.
El resultado de esta experimentación es el de más de una década perdida.
Una década en la que han ocurrido dos cosas muy importantes. Una, que la región
de la que formamos parte ha hecho progresos notables, al punto de que vamos a
contar pronto con el primer país desarrollado en nuestra región, Chile y; dos,
que hemos disfrutado de unos ingresos en divisas excepcionalmente altos que nos
hubiesen permitido avances notables como sociedad. El socialismo del siglo XXI
nunca tuvo teoría y sus resultados prácticos van siendo desastrosos. Ha sido
también una estafa intelectual.
gerver@liderazgoyvision.org
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